BIENVENIDOS A ESTE RINCÓN POÉTICO

"Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol- en verano- y se calla". A. González.



En esa tranquilidad os invito a acompañarme en este paseo literario que todos juntos vamos creando.







domingo, 22 de septiembre de 2013

La luna de la cosecha. Luna de septiembre.

El jueves  sucedió uno de los acontecimientos celestes más bellos del año: la Luna llena de septiembre o Luna de la cosecha. Se trata de una Luna que se puede ver más grande de lo normal, debido a una ilusión óptica causada por la atmósfera, y en tonos rojizos, ya que sale sincronizada con la puesta de Sol. Son los únicos días del año en que no hay oscuridad y la Luna brilla toda la noche.


A pesar de que la luna estuvo completamente llena la noche del jueves 19, aún puede verse el domingo. Según han explicado los astrónomos, la luna de cosecha se produce los días antes de la llegada del equinoccio de otoño, que tiene lugar el día 22, momento en el que los días y las noches tienen prácticamente la misma duración.

Si durante el resto del año el satélite de la Tierra puede retrasar su salida hasta casi una hora después de que el Sol se ponga, la Luna de la cosecha se eleva casi al mismo tiempo en que la estrella desaparece. El cielo de esta época se caracteriza por su color rojo iluminado por la luz de la Luna, creando una estampa única. Los aficionados también podemos observar estos días de Venus y Saturno, que tendrán un encuentro cercano en el cielo. 

Un amigo me dijo que estuviera pendiente del cielo. Y lo estuve... y me informé. Y disfruté de la luna. 
Y como en este rincón no queremos dejar pasar estos pequeños detalles, hemos elegido un poema que pone texto a estos momentos. Y de nuevo vuelve a ser J.L. Borges el que llena de palabras nuestro momento de reflexión. 


LA LUNA 

Cuenta la historia que en aquel pasado
Tiempo en que sucedieron tantas cosas
Reales, imaginarias y dudosas,
Un hombre concibió el desmesurado

Proyecto de cifrar el universo
En un libro y con ímpetu infinito
Erigió el alto y arduo manuscrito
Y limó y declamó el último verso.

Gracias iba a rendir a la fortuna
Cuando al alzar los ojos vio un bruñido
Disco en el aire y comprendió, aturdido,
Que se había olvidado de la luna.

La historia que he narrado aunque fingida,
Bien puede figurar el maleficio
De cuantos ejercemos el oficio
De cambiar en palabras nuestra vida.

Siempre se pierde lo esencial. Es una
Ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
De mi largo comercio con la luna.

No sé dónde la vi por vez primera,
Si en el cielo anterior de la doctrina
Del griego o en la tarde que declina
Sobre el patio del pozo y de la higuera.

Según se sabe, esta mudable vida
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.

Más que las lunas de las noches puedo
Recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
Y la luna sangrienta de Quevedo.

De otra luna de sangre y de escarlata
Habló Juan en su libro de feroces
Prodigios y de júbilos atroces;
Otras más claras lunas hay de plata.

Pitágoras con sangre (narra una
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.

De hierro hay una selva donde mora
El alto lobo cuya extraña suerte
Es derribar la luna y darle muerte
Cuando enrojezca el mar la última aurora.

(Esto el Norte profético lo sabe
Y tan bien que ese día los abiertos
Mares del mundo infestará la nave
Que se hace con las uñas de los muertos.)

Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.

Con una suerte de estudiosa pena
Agotaba modestas variaciones,
Bajo el vivo temor de que Lugones
Ya hubiera usado el ámbar o la arena,

De lejano marfil, de humo, de fría
Nieve fueron las lunas que alumbraron
Versos que ciertamente no lograron
El arduo honor de la tipografía.

Pensaba que el poeta es aquel hombre
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre,

Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.

De la Diana triforme Apolodoro
Me dejo divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
Y un irlandés, su negra luna trágica.

Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día

Sé que entre todas las palabras, una
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad. Es la palabra luna.

Ya no me atrevo a macular su pura
Aparición con una imagen vana;
La veo indescifrable y cotidiana
Y más allá de mi literatura.

Sé que la luna o la palabra luna
Es una letra que fue creada para
La compleja escritura de esa rara
Cosa que somos, numerosa y una.

Es uno de los símbolos que al hombre
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.

J.L.BORGES

Y quizá hoy, cuando la miremos, la veamos ciertamente como una letra creada para la compleja escritura de lo que somos. 


1 comentarios:

rul dijo...

Llevo tres días disfrutando de este espectáculo

 
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