El sentimiento de la soledad es decisivo para la literatura. Las mesas de los escritores son recintos solitarios, pero se llenan de personajes de ficción o lectores futuros que dan un calor verdadero. Nacen como una intuición de la soledad que necesita sentirse acompañada y se atreve a caminar hacia un diálogo. Los escritores pretenden ser dueños a la vez de sus principios y sus finales. Configuran una orgullosa conciencia individual para establecer un diálogo
¿Cómo llenarte soledad, sino contigo misma?, se preguntó Luis Cernuda en El soliloquio del farero. El personaje poético del farero encarnaba a un ser retirado, pero consciente de que su trabajo era útil. Su dedicación a la luz, en medio de la noche, evitaba los naufragios y suponía una alianza íntima con la navegación de la sociedad. Cernuda reconoció su propia conciencia como el compromiso más leal con la vida y las gentes: “Por ti, mi soledad, los busqué un día; / En ti, mi soledad, los amo ahora”.
Uno de los resultados más peligrosos de esta crisis política que vivimos es la perversión del sentimiento de la soledad. Del mismo modo que privatizamos los servicios públicos y la maquinaria vertiginosa de la riqueza, se privatizan también las conciencias. La soledad no es ahora el ámbito en el que un ciudadano madura su opinión antes de compartir el diálogo de la plaza, sino el refugio de los que se han quedado sin una ilusión que poner en común. El descrédito de la política y las organizaciones sociales nos ha encerrado en una soledad envenenada. Vamos como sonámbulos abrazados a nuestro rencor, a nuestras decepciones y nuestros miedos, incapaces de sentir que los derechos individuales sólo son posibles en una plaza pública, cuando las soledades se reúnen para ordenar las reglas de la convivencia.
La privatización de los deseos nos ha convertido en consumidores de soledad negativa. No soportamos un nosotros, un nos formado por otros y otras. La privatización de las conciencias se basa en una manipulación ideológica que convierte en nuestros peores enemigos a los aliados verdaderos de nuestra libertad. Encerrados en miedos y rencores particulares, denigramos a los políticos, a los sindicalistas, a los funcionarios, y nos dejamos llevar por la pendiente que destruye los servicios públicos, los amparos sociales, la solidaridad. La privatización de las conciencias ha permitido que impere la ley del más fuerte en la calle y en las soledades. Los errores privados de los personajes públicos se utilizan para desprestigiar lo público, en vez de invitarnos a salvaguardar lo público de las mezquindades privadas.
¿Quién ha mentido?, se preguntaba Pablo Neruda en el primer verso de Reunión bajo las nuevas banderas, un poema escrito para repensar la soledad. Después de Residencia en la tierra, lleno de usuras y aislado de los demás, Neruda sentía la soledad como la lluvia de un mal cielo que sólo provocaba sequía. La hostilidad del mundo lo había condenado a los abismos de una subjetividad devoradora. Decidió entonces salir a la calle, aprendió a compartir su dolor y su alegría. Es verdad que la historia nos ha enseñado a no tener fe ciega en ninguna bandera. El nosotros no puede significar una renuncia a la propia libertad, una pérdida de respeto a los otros y las otras que el nos lleva dentro. Pero la única respuesta verdadera a esta crisis es recordar para lo bueno y lo malo el ejemplo de Neruda. Necesitamos repensar el sentido de nuestras soledades. Más que un refugio de egoísmos y renuncias, pueden ser el ámbito de unas conciencias dueñas de sí mismas, que no olvidan sus vínculos, sus ilusiones compartidas.
La huelga del 29 de septiembre cumplirá sus objetivos si las puertas cerradas de los centros de trabajo suponen una jornada de puertas abiertas para nuestras conciencias. Jaime Gil de Biedma tituló su primer libro Compañeros de viaje. La vida cobraba sentido en una amistad a lo largo. La casa de cada uno vigilaba detrás de las ciudades, las palabras y los abrazos. Se trata ahora de recordar, cada uno desde su soledad, que somos compañeros de viaje. El sentimiento de la soledad es decisivo en la literatura. Sirve para reunirnos con los otros. Al hablar con los demás, aprendemos quiénes somos nosotros. Deberíamos cambiar de soledades, porque tenemos que hablar de muchas cosas, compañeros del alma, compañeros.
2 comentarios:
Me pareció interesante este artículo de l. G.Montero publicado ya antes de la huega. La visión de la situación actual y su relación con la literatura es muy productiva.
Quiero que echéis un vistazo a la construcción del texto: su estructura, su planteamiento de ideas, su exposición subjetiva de las ideas...
La estructuración externa me interesa mucho: párrafos, vocabulario, preguntas retóricas para introducir el párrafo...
Decidme algo.
Saluditos
Los seis párrafos del texto dejan ver un aestructura claramente marcada. El primer párrafo introduce el tema del que el autor nos quiere hablar.
A lo largo del texto observamos una visión de la situación actual desde reflexiones literarias de diferentes autores. Montero quiere reflexionar sobre la huega del 29 de septiembre partiendo de posturas y reflexiones d ediferentes poetas.
Son muy efectivas las preguntas retóricas que se hace el autor. A veces parecen meras citas literarias, pero en el fondo nos llevan a plantearnos la situación actual.
El último párrafo deja clara su postura de compromiso y de lo importante y el valor que tiene el mani¡festarse en un día de huelga general.
Desde posturas en teoría ajenas a él, Montero nos remarca su postura personal.
Algo así es lo que yo os pedía. Se podría decir mucho más y mucho mejor, poner ejemplos... pero id tomando notas que tenéis que hacerlo vosotros.
Animo.
Por cierto , yo los mensajes los cuelgo sin problema.
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