Noviembre
A mi padre
Me acodé en el balcón:
las estrellas giraban,
musicales y suaves, como los crisantemos
de las huertas perdidas.
Toda la noche tiene manos inmaculadas
que pasar por las sienes que el cansancio golpea,
húmedos labios trémulos para tantas mejillas,
corazones acordes al par de sus silencios.
Me acordaba de ti,
del que no fueras nunca,
casi flor, casi germen, casi voz, casi todo
lo que nombra un deseo.
Aquél que hundió en la tierra su planta generosa,
los pinos que ceden su fruto a las escarchas;
el que alzaba su mano como si fuera un grito
poderoso y maduro sobre el marchito júbilo.
Me acordaba de ti,
como en noches pasadas,
tanto amor que se logra pero no se consuma
por no sé qué misterio,
y el corazón, tan lleno de flor y flor perenne,
de estrella y lunas fijas, de campo y campo abierto,
abría sus balcones hacia un paisaje oscuro
de paciencia y de adiós, de clemencia y de olvido.
Antonio CArvajal. Poeta granadino representante de la Generación del 68.
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1 comentarios:
No le sobra una coma a este precioso poema de Antonio CArvajal. Sólo tuve que cambiar un "olivo" por un "pino" para personalizar la dedicatoria. Pido disculpas por la licencia poética, pero su destinatario me hace un guiño de aprobación.
Mi corazón tan lleno de flores perennes, de lunas fijas y campos abiertos, de paciencias y de adioses y sobre todo de ausencias, pero nunca de olvidos.
A mi padre, por noviembre y siempre.
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