Las protestas del 25-S junto al Congreso se
convirtieron en un infierno de carreras, pelotas de goma y piedras que bajaba
por el Paseo del Prado de camino a su local. Este camarero se plantó a la puerta de su establecimiento para no dejar entrar a la policía . Su local se convirtió en un símbolo de paz en estos tiempos que corren. LA policía tuvo que continuar su camino y dentro quedaron muchos jóvenes que huían de la carga policial. La libertad de expresión está mermada, la libertad de concentración no existe, la protesta es casi delito...
Al final tendremos que recordar esta máxima tan de nuestra generación: "al final siempre nos quedarán los bares. Refugio de tantas y tantas cosas".
0 comentarios:
Publicar un comentario