Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá
morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de
muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí
balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el
suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de
gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo
una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al
agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara
de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las
flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis
manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado
una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que
nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo
que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
José Hierro, 1947
Este año se cumple el 90 aniversario del nacimiento de José Hierro y el décimo de su fallecimiento. El Centro de Poesía José Hierro de Getafe realizará durante todo el año una serie de actos conmemorativos
en su honor. Hoy se ha conocido el porgrama de actividaes que se desarrollarán a lo largo del año y que posteriormente será publicado en la página web de la sede de Getafe.
José Hierro pertenece a la primera generación de los años 50, junto a Caballero Bonal, Ángel Valente o Ángel González. Nacido y fallecido en Madrid, sin embargo la mayor parte de su vida transcurrió en Cantabria. Encarcelado durante cinco años
por ayudar a su padre, preso político, tras la Guerra Civil, sobrevivió
con trabajos alejados de su vocación artística, ya clarísima: fundó y
dirigió varias revistas, participó en tertulias literarias...
Pero, sobre todo, escribió y pintó. Fue elegido miembro de la RAE, aunque no le dio tiempo a leer su discurso de ingreso. Entre sus premios se cuentan el Adonais
(1947), Nacional de Poesía (1953 y 1999), de la Crítica (1958 y 1965),
Príncipe de Asturias de las Letras (1981), Nacional de las Letras Españolas (1990), Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1995) y Cervantes (1998). Y entre sus obras, por supuesto, destacamos Alegría (1947), Quinta del 42 (1952), Libro de las alucinaciones (1964) y Cuaderno de Nueva York (1998), el mayor superventas de la poesía española reciente.
En este año conmemorativo se espera publicar un libro con sus dibujos. Un poeta, una vida. Sus poesías, mil vidas. |
3 comentarios:
"Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca."
La calidez y el sentimiento de los versos de Hierro son patrimonio del mundo.
Querido y admirado : como ser humano y como poeta.
Abrazo.
No lo dudes CArmela. Y encantada de poder compartirlos contigo. La poesía une mundos. Mil gracias.
Aunque te me has adelantado (je)tan buena aportación como siempre. Además este poeta y sus versos sociales están ahora -tristemente- otra vez en contexto.
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