EL MUNDO DE LOS SUEÑOS
AUTORES:
FELIPE BENÍTEZ REYES
PATRICE CRINGUREANU (2º ESO A)
CLAUDIA REYES CALDERÓN ( 1º ESO B)
ENCUENTRO LITERARIO IES LAS SALINAS SESEÑA. 18 MAYO 2011
Aquella noche, Javier Ruiz se despertó en medio de una pesadilla en la que se vio obligado a enfrentarse a un dragón y a un hombre sin cabeza. Siguió durmiendo, aliviado. Pero, por la mañana, al despertarse, se asomó a la ventana y vio en el parque a un dragón echado en el césped y a un hombre sin cabeza sentado en un banco de madera. "Estábamos esperándote", le dijo el hombre sin cabeza". Y Javier Ruiz comprendió que, a partir de ese momento, tendría que revisar muy seriamente su concepto de realidad.
Se golpeó varias veces la cara para estar seguro de que no era otra pesadilla. La respuesta fue un no, por lo que en su cara se dibujó una mueca de disgusto. Se preguntó por dónde hablaría el hombre aquel sin cabeza y cómo es que nadie se daba cuenta de la presencia de aquellos dos seres. La voz del hombre volvió a hablar. “Tienes que venir con nosotros, eres el elegido”. Javier estaba seguro de algo. El hombre le hablaba en su cabeza, en su mente. Sólo él podía oírlo. Se preguntó en voz alta:
- ¿Elegido para qué?
A lo que la voz volvió a oírse en su cabeza. “Te lo explicaremos por el camino, tienes que venir”. No lo dudó ni un minuto. Se puso rápidamente los vaqueros de la noche anterior y una camiseta azul recién lavada. A Javier siempre le había gustado el olor de la ropa recién lavada, y más con el suavizante que le echaba su madre.
Él sabía completamente que si su madre le veía irse por la puerta y no volver, le iba a echar una bronca. Como si el dragón le leyera el pensamiento se acercó a su ventana y levantó su cabeza. Javier se deslizó por su largo cuello y después se cayó al suelo. Se incorporó de un salto y se quedó mirando fijamente a aquel ser fantástico.
Las escamas eran doradas, y era como si brillaban. Tenía los ojos verdes y era enorme. Javier jamás había creído en los dragones. Le apasionaban los dragones y de pequeño siempre soñaba con tocar uno, pero fue creciendo y esa idea se iba desvaneciendo lentamente. Tocó al dragón dorado. Éste movió un poco la enorme cola y después el hombre sin cabeza se les acercó.
“Mi nombre es Haziel y ella es Sairys”. Javier miró a su alrededor, ¿a qué “ELLA” se estaba refiriendo? Haziel volvió a hablar. “Debemos partir cuanto antes, la ciudad de los Sueños está muy lejos de aquí”. Dicho eso, Haziel se subió encima del dragón y después le dio la mano a Javier para que subiera. Cuando sus manos estuvieron en contacto, el chico podía decir que estaba a una temperatura superior a 40 grados. Aquel hombre parecía una chimenea. A Javier le daba un poco de asco mirarlo, ya que no sabía dónde mirar. Sólo tenía cuello y por encima piel… era asquerosa.
El dragón batió levemente sus enormes alas y al cabo de segundos estaban en el aire.
Javier miró abajó, y eso le provocó un poco de mareo. La cara se le iba poniendo verde… hasta que por fin vomitó. Acto seguido, se disculpó por lo ocurrido a toda aquella gente que lo había recibido.
Estaban más o menos a la altura suficiente para ver los países. ¿A dónde lo llevarían?-se preguntaba Javier a cada instante.
Haziel sin ningún esfuerzo se dio la vuelta, a Javier se le hizo un nudo en el estómago y se sentía raro… algo le decía que ese hombre lo estaba mirando, pero no sabía por dónde.
“No te preocupes llegaremos antes de que te des cuenta, lo mejor sería que te duermas”.
Él también pensaba en dormirse, ya que aquel viaje iba para rato, pero al pensar en dónde se encontraba le daba miedo cerrar los ojos. ¿Y si me caigo?-esa era la pregunta que se hacía cada vez que se le cerraban los ojos. La voz de Haziel le volvió a hablar en la cabeza y le dijo algo como que no se preocupara, era imposible que se cayera. Javier pensó que si lo habían traído hasta ahí, no lo iban a dejar morir de esa forma. Cerró los ojos e intentó imaginarse qué estaría haciendo él ahora mismo si no se hubiera encontrado y soñado con aquellos dos seres fantásticos, pero después la voz de su madre gritaba en su cabeza…
La luz de la luna y el ruido de la respiración del dragón hicieron despertar a Javier. Todavía estaba encima del dragón, pero esta vez en tierra. Haziel había desaparecido.
Se incorporó frotándose un poco los ojos.
- ¿Dónde estamos?-le preguntó al dragón. Sabía que no iba a recibir una respuesta, pero al menos lo había intentado.
Miró a su alrededor y todo el cielo era de un color púrpura tirando a rosa. Ellos se encontraban en un parque, con flores que brillaban en la oscuridad, al igual que la luna en aquella tranquila noche. Bueno tranquila hasta entonces.
Tres hombres sin cabeza, vestidos con ropa de campesinos y con antorchas en las manos se estaban acercando hacia ellos.
- Es él-oyó decir a uno de ellos- es Javier Ruiz.
Los tres hombres aceleraron el paso y ahora iban corriendo hasta Javier.
Se subió encima del dragón y lo golpeó varias veces en la espalda para que volara, pero no se movía.
- ¡Vamos!, nos van a matar.-le dijo Javier al dragón.
Los hombres estaban a unos cuantos pasos de ellos. Sacaron unos palos terminados en punta y los apuntaron a los dos.
Javier se quedó patidifuso al ver que los caballeros sin cabeza se acercaban cada vez más hacia ellos, tiraba fuertemente de las escamas del dragón, pero éste ni se inmutaba, estaban congelados en el sitio. Javier estaba cada vez más angustiado y pensó que estarían condenados, que ese sería su fin.
Ya en un último esfuerzo tiró una última vez de las escamas del dragón para comprobar que aún quedaba una esperanza, pero se quedó con las ganas, los caballeros ya estaban allí.
Javier se desmayó y cayó de sopetón a los pies del dragón, aún con los ojos abiertos pudo observar en un último esfuerzo que el dragón sonrió levemente y le brillaban los ojos.
Cuando Javier se despertó pudo ver que estaba en una especie de jaula elevada aproximadamente a 1,5 metros del suelo, más o menos a la altura del trono que se hallaba a su derecha. De repente unas antorchas que se encontraban a ambos lados del trono se iluminaron. Javier se quedó asombrado al ver que en el otro extremo del trono se encontraba una chica más o menos de su misma edad, con un precioso pelo castaño bastante largo, a la altura de la cintura, con unos ojos azules que brillaban como lapislázulis y su cara estaba adornada con unas pecas en los mofletes. Parecía ausente, pensativa, no era consciente de la situación en la que ambos se encontraban. Pasaron algunas horas y por fin Javier se decidió a hablarla.
-Hola, mi nombre es Javier ¿Cuál es tu nombre?
La muchacha no respondió. Javier siguió intentándolo hasta que por fin sus ojos azules lo miraron fijamente.
-Mi nombre es Yasmín. ¿Sabes por qué estamos aquí?-respondió ella.
-No lo sé, siento no poder serte de gran ayuda ¿lo sabes tú?-dijo Javier intrigado por aquella pregunta.
-Yo sí lo sé, pero no me gusta el motivo. No me gustaría recordarlo, además creo que no te gustaría.- dijo ella con bastante tristeza en sus ojos y en su hablar.
Javier se quedó pensativo al recibir aquella respuesta tan intrigante e insistió en que le contara el motivo. Yasmín se negó en un principio pero al final acabó cediendo.
-Antes de que tú y yo naciéramos una gran fuerza sobrehumana se abalanzó sobre este reino destruyéndolo todo a su paso y matando a todo aquel que se interpusiera en su camino. Los reyes de este mundo pensaron que lo mejor sería encarcelar a ese siniestro ser en lo más profundo de la cueva en la que tú y yo nos encontramos ahora mismo.
Pero el rey estaba compinchado con aquel ser, así que se le ocurrió una idea: crearía dos llaves que servirían para liberarle en el caso de que lograran encerrarle. Justo cien años después de que lo encerraran nacerían dos niños en los que en su interior albergaría el poder necesario para liberarlo y que así pudiera seguir reuniendo los cristales para dominar este mundo.
-¿Y qué tenemos nosotros que ver con eso?-interrumpió Javier
-Nosotros somos las dos llaves, necesitan nuestra energía. Dicho de otro modo, necesitan nuestra sangre que será derramada en la tumba de aquel ser.
Javier se quedó callado, incluso Yasmín pudo ver una pequeña lágrima corriéndole por la mejilla. A Yasmín tampoco le gustaba recordarlo, saber que ese era su destino la entristecía enormemente. El silencio se apoderó de aquella enorme sala, hasta que unos pasos se oyeron al fondo del pasillo. Era el hombre sin cabeza que le había traído a este mundo. Cuando llegó al trono se sentó, los miró y no pudo evitar soltar una carcajada de victoria.
-Sácanos de aquí.- le exigió Javier.
-Tu destino es éste, no se puede cambiar. -dijo el hombre sin cabeza riéndose tan fuertemente que Yasmín y Javier se taparon los oídos para no escucharle.
-Haziel, sácanos de aquí te lo exijo- dijo Yasmín con un tono más grave que de costumbre.
-Ja, ja, crees que os dije mi verdadero nombre. Qué incrédulos.- dijo el hombre sin cabeza.
Los dos niños se quedaron patidifusos, habían perdido toda esperanza.
-Bueno, empezaremos a medianoche con la resurrección del Servidor- dijo el hombre sin cabeza. Dejando a Javier asombrado, pensó que hizo bien en acompañarle pero no fue así por lo que se acordó de lo que le decía siempre su madre:-¡Nunca te vayas con desconocidos!.- decía y repetía en voz baja una y otra vez, también pensaba en él, que nunca volvería a ver a sus compañeros y que a la chica de sus sueños nunca la diría “te quiero”. Eso le entristeció así que cuando el hombre sin cabeza desapareció por la puerta, empezó a romper aquellos barrotes que se interponían entre él y la libertad.
Al cabo de horas consiguió romper una barra lo suficiente como para lograr salir. Javier pensó en salir corriendo de aquel espantoso lugar pero al ver a Yasmín allí encerrada intentó liberarla a ella también. La jaula de Yasmín pareció más fácil de romper y eso extrañó bastante a Javier, pensó en dejarla atrás pero su mirada le convenció de que ella de fiar.
Pasaron por grandes pasillos llenos de antorchas y de pequeños azulejos que formaban un mosaico en el que aparecía la destrucción del mundo de los Sueños a manos del Servidor. Tras atravesar numerosos pasillos con la misma historia en cada uno de ellos llegaron a una encrucijada con dos pasillos. Javier y Yasmín se quedaron anclados, no sabían cual elegir, y si esa decisión iba a repercutir en su destino.
-Ve tú por el de la derecha y yo tomaré el de la izquierda.- dijo Yasmín esperando que Javier se decidiera y eligiera el camino que le había dicho ella.
De repente se oyeron unos pasos por el pasillo de la izquierda y Javier salió corriendo sin pensar en Yasmín y sólo en salir de aquel terrible lugar.
Entró en una gran sala con un montón de antorchas y en el centro una gran lápida con un bajo relieve y una pequeña navaja encajada en un extremo de la misma.
De repente las antorchas se apagaron y la sala se quedó a oscuras. Cuando volvió la luz Javier se vio atado de manos y con la navaja al cuello. Se quedó congelado, cuando de repente vio que entre las sombras emergía una figura que le resultaba un tanto familiar, era Yasmín, le había traicionado.
Javier se quedó sorprendido, aquella mirada inocente le convenció que era como él, que ella le entendía.
-No entiendes que también derramarán tu sangre, te han engañado- intentó hacer entender a Yasmín para que lo salvara.
-Yo no soy como tú. A ellos no les interesa mi sangre, sólo he hecho que llegaras aquí sin quejas y sin pataletas. La otra llave es alguien que conoces, aquella persona a la que tú amas y darías todo por salvarla. – aclaró Yasmín.
Aquello no le dio muy buena espina a Javier y se temió lo peor, por desgracia sus sospechas eran ciertas, la chica a la que él amaba era la otra llave. Dos hombres sin cabeza aparecían por detrás de la lápida llevando de los brazos a una chica de estatura media, una melena rubia y lisa a la altura de los hombros hacía que sus ojos verdes brillaran con mucha intensidad. Javier cerró los ojos, no quería ver a la chica de sus sueños sufrir de esa forma, tenía la cara llena de lágrimas con un enorme arañazo en ella, probablemente se resistió a venir, le golpearon con algo y le dejó aquella marca en su cara. Javier por fin abrió los ojos, ya había perdido las esperanzas ya sabía que no saldría de esta, así que se armó de valor y le confesó sus sentimientos en unas preciosas palabras que hicieron soltar una pequeña lágrima a todos los presentes en aquella sala:
Desde el primer momento en el que te vi
nunca dejé de pensar en ti.
Tú me inspiras para levantarme cada mañana
y continuar con mi vida sin temor a nada.
Eres la fuerza que me abre el camino
para poder cumplir con mi destino.
Cuando no te veo en un día
una sombra se apodera de mi vida.
Sólo lo puedo remediar pudiéndote ver
una vez más.
Por eso ahora te digo una vez y otra más
un te quiero a tu mirar.
Aquella chica sintió una fuerte tormenta de sentimientos, sintió alegría porque ella también le quería, sintió tristeza porque aunque en ese momento estaba feliz sabía que iba a morir, sintió rabia porque quería librarse de las manos de sus enemigos y fundirse en un abrazo con Javier.
Al cabo de unos minutos comenzaron de nuevo con la Resurrección del Servidor.
Unas palabras sonaron por toda la sala, parecían una especie de conjuro. Javier sólo pudo escuchar atentamente las palabras que acabarían con él:
“Resplandor de luz que nos iluminas da el poder a la navaja para poder atravesar la piel de las llaves que resucitaran al Servidor y podrá cumplirse el destino que aguarda a este mundo, el mundo de los Sueños cambiará y el mal se apoderará de este lugar”.
Mientras dos caballeros sin cabeza sujetaban a Javier un tercero le sujetaba la navaja mientras ésta se cargaba del poder de una luz morada.
-Será el color del mal- pensó Javier mientras observaba atentamente la navaja sin hacer movimientos bruscos para no cortarse el cuello él mismo.
Cerró los ojos con firmeza y toda su vida pasó por su cabeza:
Javier sintió que la fría cuchilla de la navaja estaba cada vez más cerca de su cuello y supo que ese era su fin. La luz cegadora de la navaja cerró los ojos de todos los presentes de la sala y por desgracia para Javier la cuchilla le rajó el cuello derramando su sangre y rellenando el bajo relieve de la lápida.
Una lágrima se desprendió de los ojos de Yasmín, parecía que ella también estaba sufriendo por su situación, así que gritó fuertemente asustando a los hombres sin cabeza de tal forma que soltaran la navaja y dejaron caer el cuerpo inerte de Javier al suelo. Los hombres sin cabeza que sujetaban a la otra chica la soltaron también. El cuerpo de Javier estaba inmóvil, sus ojos marrones se clavaban en la mirada de las chicas, Yasmín en señal de respeto por él le cerró los ojos con mucha delicadeza dejando unos milímetros entre sus párpados.
Las dos chicas lloraron por él, su pérdida fue grave.
De repente, la imagen que aún podían captar los ojos medio cerrados de Javier se fue difuminando poco a poco, cuando la figura volvió a ser clara:Javier se encontraba en su cuarto aún en pijama. Miró el reloj de su mesilla, las manecillas marcaban las tres de la mañana. Javier pensó que eso fue una pesadilla o tal vez estaba muerto y lo que estaba viendo ahora sería el sueño más bonito que había visto. Después de morir decapitado y haber sido condenado al mundo de los Sueños, pensar que podría haber una mínima posibilidad de que aquella rara experiencia no hubiera ocurrido nunca y de que aún estaba vivo le gratificaba pero él sabía que lo que estaba viviendo ahora podría ser perfectamente un fruto de su mente. . .
AUTORES:
FELIPE BENÍTEZ REYES
PATRICE CRINGUREANU (2º ESO A)
CLAUDIA REYES CALDERÓN ( 1º ESO B)
ENCUENTRO LITERARIO IES LAS SALINAS SESEÑA. 18 MAYO 2011
Aquella noche, Javier Ruiz se despertó en medio de una pesadilla en la que se vio obligado a enfrentarse a un dragón y a un hombre sin cabeza. Siguió durmiendo, aliviado. Pero, por la mañana, al despertarse, se asomó a la ventana y vio en el parque a un dragón echado en el césped y a un hombre sin cabeza sentado en un banco de madera. "Estábamos esperándote", le dijo el hombre sin cabeza". Y Javier Ruiz comprendió que, a partir de ese momento, tendría que revisar muy seriamente su concepto de realidad.
Se golpeó varias veces la cara para estar seguro de que no era otra pesadilla. La respuesta fue un no, por lo que en su cara se dibujó una mueca de disgusto. Se preguntó por dónde hablaría el hombre aquel sin cabeza y cómo es que nadie se daba cuenta de la presencia de aquellos dos seres. La voz del hombre volvió a hablar. “Tienes que venir con nosotros, eres el elegido”. Javier estaba seguro de algo. El hombre le hablaba en su cabeza, en su mente. Sólo él podía oírlo. Se preguntó en voz alta:
- ¿Elegido para qué?
A lo que la voz volvió a oírse en su cabeza. “Te lo explicaremos por el camino, tienes que venir”. No lo dudó ni un minuto. Se puso rápidamente los vaqueros de la noche anterior y una camiseta azul recién lavada. A Javier siempre le había gustado el olor de la ropa recién lavada, y más con el suavizante que le echaba su madre.
Él sabía completamente que si su madre le veía irse por la puerta y no volver, le iba a echar una bronca. Como si el dragón le leyera el pensamiento se acercó a su ventana y levantó su cabeza. Javier se deslizó por su largo cuello y después se cayó al suelo. Se incorporó de un salto y se quedó mirando fijamente a aquel ser fantástico.
Las escamas eran doradas, y era como si brillaban. Tenía los ojos verdes y era enorme. Javier jamás había creído en los dragones. Le apasionaban los dragones y de pequeño siempre soñaba con tocar uno, pero fue creciendo y esa idea se iba desvaneciendo lentamente. Tocó al dragón dorado. Éste movió un poco la enorme cola y después el hombre sin cabeza se les acercó.
“Mi nombre es Haziel y ella es Sairys”. Javier miró a su alrededor, ¿a qué “ELLA” se estaba refiriendo? Haziel volvió a hablar. “Debemos partir cuanto antes, la ciudad de los Sueños está muy lejos de aquí”. Dicho eso, Haziel se subió encima del dragón y después le dio la mano a Javier para que subiera. Cuando sus manos estuvieron en contacto, el chico podía decir que estaba a una temperatura superior a 40 grados. Aquel hombre parecía una chimenea. A Javier le daba un poco de asco mirarlo, ya que no sabía dónde mirar. Sólo tenía cuello y por encima piel… era asquerosa.
El dragón batió levemente sus enormes alas y al cabo de segundos estaban en el aire.
Javier miró abajó, y eso le provocó un poco de mareo. La cara se le iba poniendo verde… hasta que por fin vomitó. Acto seguido, se disculpó por lo ocurrido a toda aquella gente que lo había recibido.
Estaban más o menos a la altura suficiente para ver los países. ¿A dónde lo llevarían?-se preguntaba Javier a cada instante.
Haziel sin ningún esfuerzo se dio la vuelta, a Javier se le hizo un nudo en el estómago y se sentía raro… algo le decía que ese hombre lo estaba mirando, pero no sabía por dónde.
“No te preocupes llegaremos antes de que te des cuenta, lo mejor sería que te duermas”.
Él también pensaba en dormirse, ya que aquel viaje iba para rato, pero al pensar en dónde se encontraba le daba miedo cerrar los ojos. ¿Y si me caigo?-esa era la pregunta que se hacía cada vez que se le cerraban los ojos. La voz de Haziel le volvió a hablar en la cabeza y le dijo algo como que no se preocupara, era imposible que se cayera. Javier pensó que si lo habían traído hasta ahí, no lo iban a dejar morir de esa forma. Cerró los ojos e intentó imaginarse qué estaría haciendo él ahora mismo si no se hubiera encontrado y soñado con aquellos dos seres fantásticos, pero después la voz de su madre gritaba en su cabeza…
La luz de la luna y el ruido de la respiración del dragón hicieron despertar a Javier. Todavía estaba encima del dragón, pero esta vez en tierra. Haziel había desaparecido.
Se incorporó frotándose un poco los ojos.
- ¿Dónde estamos?-le preguntó al dragón. Sabía que no iba a recibir una respuesta, pero al menos lo había intentado.
Miró a su alrededor y todo el cielo era de un color púrpura tirando a rosa. Ellos se encontraban en un parque, con flores que brillaban en la oscuridad, al igual que la luna en aquella tranquila noche. Bueno tranquila hasta entonces.
Tres hombres sin cabeza, vestidos con ropa de campesinos y con antorchas en las manos se estaban acercando hacia ellos.
- Es él-oyó decir a uno de ellos- es Javier Ruiz.
Los tres hombres aceleraron el paso y ahora iban corriendo hasta Javier.
Se subió encima del dragón y lo golpeó varias veces en la espalda para que volara, pero no se movía.
- ¡Vamos!, nos van a matar.-le dijo Javier al dragón.
Los hombres estaban a unos cuantos pasos de ellos. Sacaron unos palos terminados en punta y los apuntaron a los dos.
Javier se quedó patidifuso al ver que los caballeros sin cabeza se acercaban cada vez más hacia ellos, tiraba fuertemente de las escamas del dragón, pero éste ni se inmutaba, estaban congelados en el sitio. Javier estaba cada vez más angustiado y pensó que estarían condenados, que ese sería su fin.
Ya en un último esfuerzo tiró una última vez de las escamas del dragón para comprobar que aún quedaba una esperanza, pero se quedó con las ganas, los caballeros ya estaban allí.
Javier se desmayó y cayó de sopetón a los pies del dragón, aún con los ojos abiertos pudo observar en un último esfuerzo que el dragón sonrió levemente y le brillaban los ojos.
Cuando Javier se despertó pudo ver que estaba en una especie de jaula elevada aproximadamente a 1,5 metros del suelo, más o menos a la altura del trono que se hallaba a su derecha. De repente unas antorchas que se encontraban a ambos lados del trono se iluminaron. Javier se quedó asombrado al ver que en el otro extremo del trono se encontraba una chica más o menos de su misma edad, con un precioso pelo castaño bastante largo, a la altura de la cintura, con unos ojos azules que brillaban como lapislázulis y su cara estaba adornada con unas pecas en los mofletes. Parecía ausente, pensativa, no era consciente de la situación en la que ambos se encontraban. Pasaron algunas horas y por fin Javier se decidió a hablarla.
-Hola, mi nombre es Javier ¿Cuál es tu nombre?
La muchacha no respondió. Javier siguió intentándolo hasta que por fin sus ojos azules lo miraron fijamente.
-Mi nombre es Yasmín. ¿Sabes por qué estamos aquí?-respondió ella.
-No lo sé, siento no poder serte de gran ayuda ¿lo sabes tú?-dijo Javier intrigado por aquella pregunta.
-Yo sí lo sé, pero no me gusta el motivo. No me gustaría recordarlo, además creo que no te gustaría.- dijo ella con bastante tristeza en sus ojos y en su hablar.
Javier se quedó pensativo al recibir aquella respuesta tan intrigante e insistió en que le contara el motivo. Yasmín se negó en un principio pero al final acabó cediendo.
-Antes de que tú y yo naciéramos una gran fuerza sobrehumana se abalanzó sobre este reino destruyéndolo todo a su paso y matando a todo aquel que se interpusiera en su camino. Los reyes de este mundo pensaron que lo mejor sería encarcelar a ese siniestro ser en lo más profundo de la cueva en la que tú y yo nos encontramos ahora mismo.
Pero el rey estaba compinchado con aquel ser, así que se le ocurrió una idea: crearía dos llaves que servirían para liberarle en el caso de que lograran encerrarle. Justo cien años después de que lo encerraran nacerían dos niños en los que en su interior albergaría el poder necesario para liberarlo y que así pudiera seguir reuniendo los cristales para dominar este mundo.
-¿Y qué tenemos nosotros que ver con eso?-interrumpió Javier
-Nosotros somos las dos llaves, necesitan nuestra energía. Dicho de otro modo, necesitan nuestra sangre que será derramada en la tumba de aquel ser.
Javier se quedó callado, incluso Yasmín pudo ver una pequeña lágrima corriéndole por la mejilla. A Yasmín tampoco le gustaba recordarlo, saber que ese era su destino la entristecía enormemente. El silencio se apoderó de aquella enorme sala, hasta que unos pasos se oyeron al fondo del pasillo. Era el hombre sin cabeza que le había traído a este mundo. Cuando llegó al trono se sentó, los miró y no pudo evitar soltar una carcajada de victoria.
-Sácanos de aquí.- le exigió Javier.
-Tu destino es éste, no se puede cambiar. -dijo el hombre sin cabeza riéndose tan fuertemente que Yasmín y Javier se taparon los oídos para no escucharle.
-Haziel, sácanos de aquí te lo exijo- dijo Yasmín con un tono más grave que de costumbre.
-Ja, ja, crees que os dije mi verdadero nombre. Qué incrédulos.- dijo el hombre sin cabeza.
Los dos niños se quedaron patidifusos, habían perdido toda esperanza.
-Bueno, empezaremos a medianoche con la resurrección del Servidor- dijo el hombre sin cabeza. Dejando a Javier asombrado, pensó que hizo bien en acompañarle pero no fue así por lo que se acordó de lo que le decía siempre su madre:-¡Nunca te vayas con desconocidos!.- decía y repetía en voz baja una y otra vez, también pensaba en él, que nunca volvería a ver a sus compañeros y que a la chica de sus sueños nunca la diría “te quiero”. Eso le entristeció así que cuando el hombre sin cabeza desapareció por la puerta, empezó a romper aquellos barrotes que se interponían entre él y la libertad.
Al cabo de horas consiguió romper una barra lo suficiente como para lograr salir. Javier pensó en salir corriendo de aquel espantoso lugar pero al ver a Yasmín allí encerrada intentó liberarla a ella también. La jaula de Yasmín pareció más fácil de romper y eso extrañó bastante a Javier, pensó en dejarla atrás pero su mirada le convenció de que ella de fiar.
Pasaron por grandes pasillos llenos de antorchas y de pequeños azulejos que formaban un mosaico en el que aparecía la destrucción del mundo de los Sueños a manos del Servidor. Tras atravesar numerosos pasillos con la misma historia en cada uno de ellos llegaron a una encrucijada con dos pasillos. Javier y Yasmín se quedaron anclados, no sabían cual elegir, y si esa decisión iba a repercutir en su destino.
-Ve tú por el de la derecha y yo tomaré el de la izquierda.- dijo Yasmín esperando que Javier se decidiera y eligiera el camino que le había dicho ella.
De repente se oyeron unos pasos por el pasillo de la izquierda y Javier salió corriendo sin pensar en Yasmín y sólo en salir de aquel terrible lugar.
Entró en una gran sala con un montón de antorchas y en el centro una gran lápida con un bajo relieve y una pequeña navaja encajada en un extremo de la misma.
De repente las antorchas se apagaron y la sala se quedó a oscuras. Cuando volvió la luz Javier se vio atado de manos y con la navaja al cuello. Se quedó congelado, cuando de repente vio que entre las sombras emergía una figura que le resultaba un tanto familiar, era Yasmín, le había traicionado.
Javier se quedó sorprendido, aquella mirada inocente le convenció que era como él, que ella le entendía.
-No entiendes que también derramarán tu sangre, te han engañado- intentó hacer entender a Yasmín para que lo salvara.
-Yo no soy como tú. A ellos no les interesa mi sangre, sólo he hecho que llegaras aquí sin quejas y sin pataletas. La otra llave es alguien que conoces, aquella persona a la que tú amas y darías todo por salvarla. – aclaró Yasmín.
Aquello no le dio muy buena espina a Javier y se temió lo peor, por desgracia sus sospechas eran ciertas, la chica a la que él amaba era la otra llave. Dos hombres sin cabeza aparecían por detrás de la lápida llevando de los brazos a una chica de estatura media, una melena rubia y lisa a la altura de los hombros hacía que sus ojos verdes brillaran con mucha intensidad. Javier cerró los ojos, no quería ver a la chica de sus sueños sufrir de esa forma, tenía la cara llena de lágrimas con un enorme arañazo en ella, probablemente se resistió a venir, le golpearon con algo y le dejó aquella marca en su cara. Javier por fin abrió los ojos, ya había perdido las esperanzas ya sabía que no saldría de esta, así que se armó de valor y le confesó sus sentimientos en unas preciosas palabras que hicieron soltar una pequeña lágrima a todos los presentes en aquella sala:
Desde el primer momento en el que te vi
nunca dejé de pensar en ti.
Tú me inspiras para levantarme cada mañana
y continuar con mi vida sin temor a nada.
Eres la fuerza que me abre el camino
para poder cumplir con mi destino.
Cuando no te veo en un día
una sombra se apodera de mi vida.
Sólo lo puedo remediar pudiéndote ver
una vez más.
Por eso ahora te digo una vez y otra más
un te quiero a tu mirar.
Aquella chica sintió una fuerte tormenta de sentimientos, sintió alegría porque ella también le quería, sintió tristeza porque aunque en ese momento estaba feliz sabía que iba a morir, sintió rabia porque quería librarse de las manos de sus enemigos y fundirse en un abrazo con Javier.
Al cabo de unos minutos comenzaron de nuevo con la Resurrección del Servidor.
Unas palabras sonaron por toda la sala, parecían una especie de conjuro. Javier sólo pudo escuchar atentamente las palabras que acabarían con él:
“Resplandor de luz que nos iluminas da el poder a la navaja para poder atravesar la piel de las llaves que resucitaran al Servidor y podrá cumplirse el destino que aguarda a este mundo, el mundo de los Sueños cambiará y el mal se apoderará de este lugar”.
Mientras dos caballeros sin cabeza sujetaban a Javier un tercero le sujetaba la navaja mientras ésta se cargaba del poder de una luz morada.
-Será el color del mal- pensó Javier mientras observaba atentamente la navaja sin hacer movimientos bruscos para no cortarse el cuello él mismo.
Cerró los ojos con firmeza y toda su vida pasó por su cabeza:
Javier sintió que la fría cuchilla de la navaja estaba cada vez más cerca de su cuello y supo que ese era su fin. La luz cegadora de la navaja cerró los ojos de todos los presentes de la sala y por desgracia para Javier la cuchilla le rajó el cuello derramando su sangre y rellenando el bajo relieve de la lápida.
Una lágrima se desprendió de los ojos de Yasmín, parecía que ella también estaba sufriendo por su situación, así que gritó fuertemente asustando a los hombres sin cabeza de tal forma que soltaran la navaja y dejaron caer el cuerpo inerte de Javier al suelo. Los hombres sin cabeza que sujetaban a la otra chica la soltaron también. El cuerpo de Javier estaba inmóvil, sus ojos marrones se clavaban en la mirada de las chicas, Yasmín en señal de respeto por él le cerró los ojos con mucha delicadeza dejando unos milímetros entre sus párpados.
Las dos chicas lloraron por él, su pérdida fue grave.
De repente, la imagen que aún podían captar los ojos medio cerrados de Javier se fue difuminando poco a poco, cuando la figura volvió a ser clara:Javier se encontraba en su cuarto aún en pijama. Miró el reloj de su mesilla, las manecillas marcaban las tres de la mañana. Javier pensó que eso fue una pesadilla o tal vez estaba muerto y lo que estaba viendo ahora sería el sueño más bonito que había visto. Después de morir decapitado y haber sido condenado al mundo de los Sueños, pensar que podría haber una mínima posibilidad de que aquella rara experiencia no hubiera ocurrido nunca y de que aún estaba vivo le gratificaba pero él sabía que lo que estaba viviendo ahora podría ser perfectamente un fruto de su mente. . .
FELICIDADES CHICAS POR VUESTRO RELATO!
1 comentarios:
Este es el relato qu elas alumnas de 1º y 2º Eso han escrito en colaboración con el escritor Felipe Benítez Reyes.
Espero que os guste.
HAy que dar la enhorabuena a estas intrépidas escritoras que han hecho un esfuerzo de fantasía y han logrado un relato espectacular.
En breve colgaremos el de la modalidad de bachillerato.
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