Todos hemos llegado, a esta hora,
al final indistinto de otro día.
Igual que las columnas de los templos turísticos,
igual que las antenas
que cubren la ciudad, permanecemos
de frente ante la noche,
fatigados de luz y de trabajo.
Alguno se dispone a la lectura
de una nueva novela o de unos versos
de geométricas metáforas
y algún otro recorre el laberinto
de intriga y de ambición que es nuestra Historia
en alguna costosa enciclopedia
ilustrada con gráficos y fotos
de holocaustos modernos.
En la penumbra tersa y repentina,
habrá quien se apresure a celebrar
el espejismo frágil de otro cuerpo
conmovido y hierático,
desnudo como el agua,
que el tiempo arañará con garra firme.
Alguien escribirá una carta inútil,
traicionada sin duda
por esos enemigos poderosos
de la expresividad: los adjetivos
que intentan transmitir la esencia íntegra
del dolor verdadero.
Alguno invocará su paz con ansiolíticos
y algún otro será
el solitario alquimista del sexo de los ángeles
en la galaxia virtual de las cabinas porno,
absorto y sorprendido como un niño.
Alguien colocará explosivos redentores
en nombre de una raza y su bandera
y algún otro abrirá la puerta helada
del infierno acordado con él mismo.
En esquemáticos apartamentos de alquiler,
hay quien hace reír y quien llorar
a seres temerosos que miran las estrellas
o las luces en línea de aeropuertos lejanos.
Alguno sueña ya con los piratas
heroicos y feroces de una infancia inmortal
y muchos tejerán las pesadillas
barrocas que conciben los adultos
con visionarios fallos de guión.
Todos hemos llegado al final de otro día.
Y cada cual se dispone a proseguir
su más secreto rumbo
por el túnel salvaje de la noche.
1 comentarios:
Cada cual llega a la noche buscando sus caminos durante el día. CAda cual se enfrenta a la noche de forma distinta, pero todos tenemos en común que queremos sobrevivir al TUNEL SALVAJE DE LA NOCHE.
Todos.
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