COPLAS A LA MUERTE DE SU COLEGA
1
Recuerda si se te olvida
que este mundo es poca cosa,
casi nada,
que venimos a la vida
con la sombra de una losa
no pagada.
Los días, como conejos,
nos llevan en ventolera
al infierno,
su curso nos hace viejos
trocando la primavera
en invierno.
2
El criador, con grande enojo,
cuando en la vida nos mete
y nos suelta,
para no quitarnos ojo
nos manda con un billete
de ida y vuelta.
Nacemos al desayuno,
comemos según vivimos
y cenamos
cuando parece oportuno,
por eso mientras dormimos
descansamos.
3
Nuestras vidas son los sobres
que nos dan por trabajar,
que es el morir;
allí van todos los pobres
para dejarse explotar
y plusvalir;
allí los grandes caudales
nos engañan con halagos,
y los chicos,
que explotando son iguales
las suspensiones de pagos
y los ricos.
4
Mas porque pase la vida
sin que podamos sacarla
de este pozo,
no la demos por perdida,
que es posible rescatarla
con el gozo.
Pues decidme: la hermosura
de esos dos labios tan bellos
y empapados,
cuando pierdan su ternura,
qué se podrá hacer con ellos
disecados.
5
¿Qué hace ahora pendulero,
tan vacío y contrahecho,
sin color,
aquel órgano certero
que se puso tan derecho
en el amor?
¿Qué hizo Marilyn?
¿Aquellos Beatles de antaño,
qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto sinfín
de galanes que en un año
nos vendieron?
6
Y los tunos, los toreros,
los cantantes de revista
en el olvido;
las folkóricas primero,
el marqués y la corista,
¿dónde han ido?
¿dónde están los genrales,
su medallas y su espada
sin conciencia,
sino esperando mortales
a que les sea dictada
la sentencia?
7
Y el ritmo de los roqueros,
los canutos y la risa
del pasota,
los chorizos tironeros
que han vivido tan deprisa
y el drogota
que se inyecta mil caballos
por las venas, los colgados
y el camello,
¿dónde iremos a buscallos,
dónde son tan olvidados,
qué fue de ellos?
8